Este conspiranoico consiguió engañar a la industria para crear un juego sobre sus ideas, pero su historia acabó de la peor forma posible

Este conspiranoico consiguió engañar a la industria para crear un juego sobre sus ideas, pero su historia acabó de la peor forma posible

Probablemente la aventura para PC más turbia y controvertida de la historia del videojuego

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Drowned god

La de hoy es una historia complicada con un cierre tan lamentable como demoledor, pero también una llamada de alerta de hasta qué punto la desinformación puede llegar hasta los sitios más insospechados, y cómo la fina línea entre ser fan de la conspiranoia y creer tus propias fantasías está lejos de ser algo inofensivo.

El mejor ejemplo de todo ello está en Drowned God, un juego aparentemente inofensivo sobre cómo los alienígenas guiaron a nuestra civilización que, a través de una aventura de puzzles, demostró tener más de locura que de ficción escondido entre sus polígonos.

La conspiración de Richard Horne

De origen anglosajón, Richard Horne se hizo famoso bajo el pseudónimo Harry Horse escribiendo y dibujando libros, además de diversas tiras políticas en varios diarios ingleses. De entre todas sus obras, la más destacada es el libro infantil El Ogopogo: Mi viaje con el monstruo del Lago Ness.

Coincidiendo con el éxito de dicho libro, en 1983 Richard Horne escribe un manuscrito en el que habla de una manipulación mundial en la que las altas esferas nos han estado mintiendo sobre el origen de la civilización. Según el texto, unos alienígenas de Orión llevan tutelando nuestros avances científicos y sociales desde el principio de los tiempos.

Se habla de cómo todo lo relativo a esta sociedad primigenia se perdió hace milenios en una gran inundación, que la Biblioteca de Alejandría gozaba de los últimos datos capaces de sustentar esta afirmación y que por eso fue destruida, y que los Caballeros Templarios fueron los encargados de preservar toda esta información.

Con la intención de lucrarse y llegar al gran público, Horne hizo pasar el texto por un manuscrito de Richard Henry Horne, un poeta del siglo XIX con el que compartía apellido pero no consanguinidad, pero las editoras se dieron cuenta del engaño y a Horne le cayeron varias denuncias y multas por su atrevimiento.

El manuscrito se quedó guardado en un cajón durante más de 10 años hasta que Horne se cruzó con dos videojuegos a mediados de los 90, las aventuras gráficas de Myst y 7th Guest, que pese a no gustarle especialmente causaron en él una gran impresión por sus gráficos. Si el mundo editorial le había dado la espalda a su texto, tal vez los videojuegos servirían para dar a conocer la historia.

El final de Horne

Horne consiguió llegar hasta Warner y los convenció para llevar a cabo la idea, pero el proyecto quedó en pausa tras cerrarse la subdivisión que se estaba encargando de ello, momento en el que Inkscape tomó el relevo para terminar llevando a buen puerto este Myst sobre la teoría de la conspiración.

El juego llegó a PC a finales de 1996 y consiguió colocarse entre los 10 más vendidos de Estados Unidos, pero pese a recibir una buena acogida, los bugs y falta de soporte para intentar arreglarlo terminaron con su espectacular escalada más pronto que tarde.

Drowned God

Apenas 10 años después de aquello, con la promesa de una secuela que nunca llegaría, Horne y su mujer fueron encontrados muertos en su casa. Al principio se creyó que era el típico caso de suicidio en plan Romeo y Julieta provocado por la enfermedad de su mujer, que llevaba tiempo con esclerosis múltiple.

Un año después del suceso, salió a la luz que el caso era bastante más escabroso (os recomiendo encarecidamente que no indaguéis mucho sobre ello), revelándose que la mujer había sido víctima de decenas de puñaladas y que, tras hacer lo propio con sus mascotas, Horne había hecho lo propio consigo mismo mutilándose varias partes del cuerpo.

Un amigo de la pareja salió al paso para declarar que Horne no era una persona desequilibrada y que el hecho de que la puerta de casa estuviese abierta al encontrarse los cuerpos indicaba que había inconsistencias con la idea del suicidio o el asesinato. La policía asegura tener suficientes indicios de que todo fue culpa del escritor.

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