Análisis de Toki: pura nostalgia redibujada, pero no mucho más

Análisis de Toki: pura nostalgia redibujada, pero no mucho más

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Análisis de Toki: pura nostalgia redibujada, pero no mucho más

Durante mi primer año de universidad solíamos frecuentar la cafetería de la facultad de Medicina de Málaga con bastante frecuencia. No me cuesta reconocer que casi la mitad de monedas que llevábamos encima nos las dejabamos en la recreativa de Toki que había justo a la entrada.

De hecho, cada moneda era tremendamente amortizable: ya le habíamos dedicado sus buenas horas a la versión de MegaDrive, una adaptación original desarrollada por SEGA y hecha a medida para su 16 bits, continuando la filosofía con la que arrancó la consola: de la recreativa a tu casa. Una visión no muy alejada de lo que vemos en Switch, eso sí, con la versión arcade como base.

No solo han pasado prácticamente tres décadas desde que TAD Corporation publicó el original, sino que ha habido un margen de diez años desde que el proyecto de revivir y actualizar el clásico Toki fuese anunciado, tanto de cara a la ya extinta Steam Greenlight como para una Xbox 360 que está en el limbo entre lo clásico y el last-Gen.

La buena noticia es que el tiempo no pasa por esta fórmula plataformera de corte retro. La aventura y la experiencia son exactamente las mismas que las de su contrapunto pixelado, con el añadido de contar con el arte y las animaciones de Philippe Dessoly. ¿Garantía de éxito? No exactamente.

El clásico de las recreativas ha vuelto

Como la mayoría de los títulos que han seguido la estela de Ghouls'n Ghosts, Altered Beast o Shadow of the Beast, Toki es tanto una gesta por acabar con una maldición como una misión de rescate. A fin de cuentas, han sido -y son- excusas más que recurrentes para poner un contexto estos mundos de fantasía y, de paso, exponernos a sus peligros.

En este aspecto, Toki es un regreso a las raíces del género que dominó las consolas de 8 bits y la mitad de las recreativas de los 80, mezclando con acierto acción y plataformas en los que la clave para avanzar es una cuidada combinación entre los reflejos y el sistema de ensayo y error a la hora de avanzar.

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Las habilidades de nuestro héroe son las mismas con las que contaba en aquel mueble de dos botones y una palanca de ocho direcciones: saltos razonablemente medidos (sin piruetas ni trucos extra) y la posibilidad de escupir proyectiles en cualquier dirección y en movimiento. Algo bastante práctico si tenemos en cuenta que nos enfrentaremos a enemigos estratégicamente situados para obligarnos a disparar durante la mayor parte de cada partida.

Por delante, los seis niveles originales que vimos en el juego de 1989, completamente redibujados para la ocasión junto con el propio Toki y cada enemigo, jefazo y efecto; incluyendo sus clásicos Power-Ups.

Toki es un regreso a las raíces del género que dominó las consolas de 8 bits y la mitad de los arcades de los 80. Y si jugaste a la recreativa, todo está en si sitio.

¿El plan? Desde la jungla inicial, hacernos paso por zonas acuáticas, el interior de un volcán y laberintos gobernados por el hielo hasta el palacio dorado. Y si jugaste a la recreativa, todo está en su sitio.

Pero lo verdaderamente divertido de este Toki es la manera de recuperar elementos perdidos o condenados a permanecer en la edad de oro del género, en los que cada enemigo que aparece en pantalla nos puede costar un intento o toda la partida, teniendo que comenzar desde cero si agotamos las vidas y continuaciones. Nada de puntos de guardado.

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Lo suficiente desafiante para seguir jugando con tal de ver qué hay más allá de tu último progreso, de tu High-Score o de lo lejos que llegaste la última vez, dejándole claro al jugador que se trata de una dificultad asumible. Donde las soluciones de cada nivel siempre están a la vista, son obvias pero no sencillas de alcanzar, aunque sin secretos con los que agotar el marcador de tiempo.

Un acierto para los que disfrutamos del original, y nostalgia pura para los apasionados por los juegos de entonces. Pero, ¿y en cuestión de novedades?

Lo bueno y lo no tan bueno del Toki de 2018

Sería injusto decir que no hay trabajo y cariño por Toki en esta edición para Nintendo Switch. Para empezar, y como dijimos antes, el ilustrador Philippe Dessoly (Capitán Harlock o UFO Robot Grendizer) pone las animaciones y rediseños de cada uno de los personajes. Algo que cierra en cierto modo el círculo, ya que Dessoly participó en la versión Amiga de Toki.

Pero no todo el mérito es del ilustrador galo: el apartado musical también ha sido reorquestado por Raphaël Gesqua, otro veterano de la industria que ha participado en el Flashback original, clásicos como Mr. Nutz y que ha estado vinculado a series como Moto Racer. Su aportación en Toki es actualizar cada una de las piezas originales, consiguiendo ese equilibrio entre las melodías retro y la tónica desenfadada y aventurera del género.

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Como resultado tenemos un juego que rinde culto al original, manteniendo su esencia jugable intacta a la vez que actualiza su apartado artístico, lo cual no es poco. Sin embargo, también se trata de una propuesta demasiado ajustada en cuestión de contenidos y novedades.

Un juego que rinde culto al original, pero demasiado ajustado en cuestión de contenidos

No esperes escenarios extra, secretos o nuevos trucos por parte de Toki. Y no hay un selector de niveles o un sistema de guardado, de modo que, cuando cierres el juego o se te acaben las vidas, habrá que comenzar desde cero.

De hecho, puestos a pedir, tampoco se ha añadido algún sistema a dos jugadores, como el clásico modo en el que el relevo se decide a vidas o niveles. Y, sin desmerecer el trabajo en cuestión de arte y animación, a diferencia de otros remakes no existe una opción para regresar a los píxeles originales.

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Hubiera sido un detalle que se hubiera añadido algún tipo de making of en el proceso. No necesariamente en vídeo, pero sí ofreciendo los diseños y el arte de Dessoly o unas palabras por parte del equipo de desarrollo. Eso sí, Toki dispone de cuatro niveles de dificultad que ajustan el número de vidas y continuaciones con los que arrancaremos cada partida.

Claro que, dejando de lado lo que se incluye en el juego (o el cartucho), Microids ha publicado una Retrocollector edition que, suma estos contenidos a través de un cómic a todo color en dos idiomas, litografías, pegatinas y hasta un pequeño mueble de recreativa que le sienta de maravilla a la consola de Nintendo.

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Así, tenemos un título cuya jugabilidad evoca a los clásicos y en el que la nostalgia suma puntos, pero cuyos extras, esos que buscamos los que le dedicamos ingentes cantidades de horas -y monedas- al original, se manifiestan únicamente en la edición física.

¿Es este el regreso por el que llevábamos años esperando?

Cuando ví que había un remake de Toki en camino no pude evitar frotarme las manos: ¿cómo negarme a regresar a ese clásico en HD? Fueron pasando los años y no había novedades reales de aquel proyecto planteado inicialmente desde Golgoth Studio.

Cierto es que se apostó por crear un Patreon como vía de financiación, y que el desarrollo nunca dejó de estar activo. Con problemas, sí, pero sin descontinuar la producción. Sin embargo, poco a poco empezaron a brotar y hacerse tangibles otros juegos de la época a los que les tenía el mismo cariño.

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Años después, la idea reaparece de la nada para una consola que se ha convertido en un bastión del género indie. Una suma de factores que tentadora y que apuesta por mantener intacta la esencia de entonces y darle un aspecto renovado y colorido. Justo lo que deseaba encontrar, sí, pero una experiencia que en términos generales no tiene una vuelta de hoja.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero viendo la dedicación con la que Wonder Boy y Monster Boy han regresado o el modo en que Flashback o Another World han abordado su regreso con minúsculos extras que le dan un empujoncito extra a su propuesta, al final uno ve en Toki un regreso al que se le podía haber añadido algo más que una revisión visual y sonora.

Toki ofrece exactamente lo que promete: Una aventura llena de saltos, peligros y jefazos, con un apartado artístico renovado y que puede superarse en una hora o menos.

Puedo intentar superar mis puntos obtenidos o pasarme el juego en el mínimo tiempo posible, claro. Pero, pese a que Toki ha salido una vez más en cartucho, ahora mismo los extras y añadidos son la norma y no la excepción, y una vez “aprendido” -o recordado- cómo superar cada uno de los seis niveles, me doy cuenta de que tengo demasiados juegos con los que ponerme al día.

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Toki recupera la esencia de los clásicos y ofrece exactamente lo que promete. De eso no cabe duda. Una aventura llena de saltos, peligros y jefazos con ese toque de dibujo artesanal que rara vez le sienta mal a un videojuego y que, con la suficiente experiencia, puede superarse en una hora o menos.

Pero, ¿Es suficiente para saciar -o al menos tentar- a quienes no valoran en propiedad su factor nostálgico? La realidad es que hay alternativas que abordan mejor ese aspecto.

A favor

  • Un plataformas clásco por el que no pasa el tiempo
  • varios niveles de dificultad para que acabes la aventura
  • Un lavado de cara integral a la presentación

En contra

  • Sin extras ni novedades jugables
  • Las consecuencias de no poder guardar la partida en 2018
  • Se echan en falta algunos sprites originales
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