Goat Simulator: análisis

Goat Simulator: análisis
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Experimentar una caída de 20 pisos de altura mientras te vas partiendo el ojal de risa. Vas a reventarte contra el suelo pero no puedes evitar reírte, descojonarte y pensar que todo ha sido una gran broma y que has acabado pringando. Si eres El Comediante de los Watchmen tu muerte dará inicio a uno de los mejores cómics de la historia. Si eres un jugador normal y corriente puede que hayas pagado diez euros por 'Goat Simulator'.

Splash. El cemento estaba más duro de lo que parecía y a diferencia de la cabra que protagoniza el juego no eres inmortal y si caes desde tan alto te revientas. Es lo que tiene ser real y no un ragdoll lleno de bugs, claro. Que verte morir no es tan divertido. Y es que esa es la única gracia del juego de moda, ver como la cabra lo revienta todo y posiblemente sale volando de manera violenta para luego levantarse como si nada. Llevo dos días jugando y no sé si es una obra maestra, una crítica a los videojuegos más sesudos, una broma o una maldición de Satán.

No lo compres, no hagas el cabra

Goat

'Goat Simulator' se concibió como una broma en Coffe Stain Studios y quizá de ahí no debería de haber pasado. Pero Internet está "mu loca" y cualquier cosa puede convertirse en un viral y un producto de éxito. No importa lo descabellado que sea.

El juego propone ser una cabra y disfrutar del libre albedrío que otorgan los sandbox, recorrer un pequeño pueblecito americano repleto de elementos que reventar, gente que aniquilar y conseguir de paso una lista de logros a cada cual más absurdo. ¿Qué más? Nada. ¿En serio esperabais algo más? Es que vale diez eurazos, podríais decirme. Y yo os contestaría que sí, que los vale, pero sus propios desarrolladores te aconsejan que te los gastes en otra cosa a la que sacarle más provecho como una pila de ladrillos. O un disco de Amistades Peligrosas.

Goat Simulator es un juego pequeño, estúpido y roto. Se desarrolló en un par de semanas así que no esperéis un juego del tamaño de un GTA pero con cabras. De hecho estaría mejor que no esperaseis nada de él. Para ser honestos, sería mejor que con estos diez dólares os compréis un hula hoop, un montón de ladrillos o incluso una cabra real.

De algún modo el ruido y el hype que generaron sus primeros vídeos, en los que quedaba claro que se había desarrollado en una loquísima Gamejam y que el juego no era más que un despiporre entre programadores y artistas, consiguieron llamar la atención de muchos posibles compradores que caían rendidos ante la salvaje propuesta.

Ante ese panorama no quedaba otra que estirar la broma, intentar acabar el juego como fuese posible aunque lleno de bugs y comercializarlo a un precio con el que seguir el cachondeo: diez eurazos.

'Goat Simulator' y los primeros 20 minutos de cortesía

Goat Simulator

¿Sabéis esa típica persona que al principio hace gracia, te ríes con él y luego enseguida se te empieza a hacer cansino? Porque repite los chistes, porque siempre hace las mismas gracias, las mismas tonterías, porque no tiene más discurso que ese... en definitiva, un tostón de tío al que a los veinte minutos has mandado a su casa. Pues 'Goat Simulator' es ese tío. Con barba.

Goat Simulator es como ese amigo pesado que deja de hacer gracia a los veinte minutos. Y con barba.

Durante los primeros minutos no puedes evitar reírte y pensar en lo roto que está todo, lo mal que va, lo mal que se controla... y lo divertido que es. Ir caminando con tu cabra y que te atropelle un camión, que salgas volando contra una gasolinera, que explote y que por consiguiente salgas volando una vez más para aterrizar sobre unos vecinos que hacen una barbacoa. Puro salvajismo que te parte la mandíbula de risa.

Luego ya no tanto. Cuando han pasado esos veinte minutos de rigor y has cabeceado, lamido, enganchado, mutado y destrozado el mobiliario urbano empiezas a preguntarte si hay algo más que hacer. Y no lo hay, claro que no. Sí, todo ha sido una broma que vale diez euros.

Una obra maestra de su tiempo

Goat

Llegados a este punto y ante la ausencia de un rascacielos por el que Ozymandias pueda lanzarnos solo cabe preguntarse: ¿acaso todo acabará con un pulpo gigante invadiendo la ciudad?

'Goat Simulator' contiene momentos de genialidad y también los momentos más bajos que le recuerdo a un videojuego. Esos momentos en los que los bugs revientan la experiencia de juego y la mandan a tomar viento. Pero claro, esa experiencia también es parte del juego así que es complicado valorarlo. Es malo porque sí y además esa es su gracia.

Lo que me pregunto es, ¿qué pensarán David Cage o Peter Molyneux de algo así?

Esos genios creativos que pasan años dándole forma a la brillante idea que han tenido, que aspiran a tocarnos la fibra sensible con sus juegos y llevarnos a lugares donde el hombre no ha estado jamás (en plan Picard), a hacernos pensar, a convertirnos, en definitiva, en mejores seres humanos (ejem, ejem...). ¿Qué les pasará por la cabeza cuando un juego protagonizado por una cabra, reventado a bugs y cuyos desarrolladores piden abiertamente que la gente no compre, lo peta en ventas y en crítica? ¿Pensarán que todo esto no es más que una jodida broma? Si Molyneux estuviese en Lionhead en el próximo 'Fable' nos acompañaría una cabra.

A favor

  • La cabra, la cabra, la ***** de la cabra y lo que revienta a su paso
  • Conseguir algunos logros es realmente divertido
  • La banda sonora que te acompaña: desquiciada y pegadiza

En contra

  • Todo menos los tres puntos anteriores
  • El juego está más roto que la pierna de Amunike
  • Tras 20 minutos te das cuenta de que es aburrido
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