'F.E.A.R. 3' para Xbox 360: análisis

'F.E.A.R. 3' para Xbox 360: análisis
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Disfruté como un enano con los sustos de ‘F.E.A.R’, me encantó la ambientación e historia de ‘F.E.A.R. 2’, pero pese a ello ‘F.E.A.R. 3’ nunca acabó de llamarme la atención con sus vídeos y tráilers. Jugarlo en cambio ha sido una experiencia totalmente distinta, me lo he pasado realmente bien manejando a Point Man y Fettel en la búsqueda de su particular núcleo familiar.

Tal vez el problema por parte de Warner ha sido intentar vender el juego como una continuación de la historia, con la intención de llamarnos la atención y que intentemos averiguar qué pasa a continuación, en vez de dar a conocer por todo lo alto el plato fuerte de ‘F.E.A.R. 3’, su adictiva y bien emplementada jugabilidad.

Seamos claros desde el principio que nos ahorrará problemas después. Hablábamos de Warner y el aura que rodea a ‘F.E.A.R. 3’, que se presupone un título que aúna el miedo más desgarrador con una historia y guión de altura apoyados por dos maestros como son John Carpenter y Steve Niles. Pues no.

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La historia es de esas que una vez terminado el juego no sabes muy bien qué narices ha pasado. Durante el juego se nos van ofreciendo retazos de la misma en diferentes escenas que vienen a explicar lo mal que lo han pasado los hijos de Alma y las razones de uno y otro para seguir su camino. Pero ni sabemos qué camino sigue la historia, en realidad parece que nos movamos por impulsos, ni mucho menos sentimos empatía por los personajes.

Toca centrarnos en su otro, a priori, punto fuerte: el miedo. No es tal, como mucho llamémosle el susto, y eso teniendo en cuenta que dicha sensación aparecerá ante nosotros en contadas ocasiones. El principal problema es que cuando ya has experimentado la misma sensación en tantas ocasiones en diferentes títulos y otras tantas en las anteriores entregas, el truco pierde su efectividad.

‘F.E.A.R. 3’ podría calificarse entonces de un sonoro fracaso, pero afortunadamente, aunque no parezcan las principales, sus otras premisas hacen de él una experiencia divertidísima. La culpa la tiene su jugabilidad, que mezcla un control exquisito con unos escenarios diseñados con maestría y unos enemigos dignos de una secuela de este calibre.

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Todos son más listos y eso influye positivamente en la mecánica. Los soldados, locos, monstruos y mechas que nos iremos encontrando por el juego nos obligarán a estar en constante movimiento, intentando esquivar sus numerosas embestidas y su excelente habilidad para comunicarse entre ellos y flanquearnos.

Tocará entonces apagar la linterna de nuestra arma e intentar hacer lo propio, engañarles utilizando los múltiples caminos que nos facilita el escenario para atacarles por la espalda y destrozar sus planes de ataque.

La sensación de repetición de mecánicas queda completamente anulada gracias a la inclusión de logros jugables, objetivos tácticos y de ataque que nos invitarán a matar un número de enemigos con disparos a la cabeza, destrozarlos usando nuestro poder de cámara lenta o rajarles el gaznate por la espalda con nuestro cuchillo.

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Estos objetivos se reinician en cada pantalla y la suma de los puntos que nos ofrezcan nos permitirán subir de nivel y conseguir nuevas habilidades como aumentar el tiempo bala del jugador o que el tiempo de recuperación de nuestra vida disminuya notablemente. Ya no se limita simplemente a obligarnos a disparar, sino que también nos invita a hacerlo con estilo, y esa posibilidad hace al juego más grande.

Además de eso completar cada nivel nos brinda la posibilidad de volver a rejugar cada nivel con Fettel, el hermano de Point Man, que cuenta con habilidades distintas como disparar rayos, elevar a enemigos a lo Darth Vader para poseerlos y usar sus armas y habilidades por un tiempo limitado, o simplemente chasquear los dedos y que revienten en mil pedazos. Una nueva forma de encarar cada nivel, mucho más bestia y a saco, que da la impresión de ofrecer dos juegos en uno.

La otra alternativa está en el cooperativo, en online o pantalla partida, cada uno controlando a un hermano y potenciando la ayuda para completar objetivos. De esta forma Fettel engancha a un enemigo por el cuello, lo eleva, y Point Man mientras tanto lo cose a balazos como si fuese un queso gruyer.

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Lo que queda tras todo esto es el multijugador, creado con la intención de ir más allá del clásico deathmatch y la captura de bandera, con dos modos de juego que despuntan por encima de todo. F**king Run nos pone en la piel de un equipo de asalto que deberá llegar del punto A al B aniquilando a los enemigos que se pongan ante nosotros. La particularidad es que tras nosotros irá avanzando paulatinamente una nube de destrucción que, de alcanzar a algunos de los integrantes, acabará con la partida.

El otro es una especie de modo zombies como el de los recientes ‘Call of Duty’ bastante inspirado, con sus puntales en las ventanas y sus hordas de taradas con sed de sangre. Atractivos y divertidos, pero sin la posibilidad de mejorar mediante premios y desbloqueo de elementos no creo que pueda combatir contra otros grandes del género a largo plazo.

En resumen, ‘F.E.A.R. 3’ es un juego que, sin despuntar en su modo historia por falta de un hilo que apoye su potencial, se convierte en una experiencia tremendamente divertida ya sea en solitario o en compañía. El paso adelante de la franquicia es acertado, pero inevitablemente sientes la sensación de estar ante un juego que podría haber dado mucho más de sí si las ideas se hubiesen enfocado de otra forma. No es un imprescindible pero si una buen propuesta de blockbuster veraniego, acción palomitera de fugaz recuerdo.

F.E.A.R. 3 | Xbox 360

F.E.A.R. 3
  • Plataformas: PC, PS3, Xbox 360

  • Desarrollador: Day 1 Studios

  • Distribuidor: Warner Bros. Interactive

  • Lanzamiento: Ya disponible

  • Precio: 61,50 euros

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