Análisis de Artifact: el creador de Magic regresa con una experiencia más profunda que Hearthstone, pero hay un precio a pagar

Análisis de Artifact: el creador de Magic regresa con una experiencia más profunda que Hearthstone, pero hay un precio a pagar

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Análisis de Artifact: el creador de Magic regresa con una experiencia más profunda que Hearthstone, pero hay un precio a pagar

Durante la primera partida que eché con Alex a Hearthstone le comenté que, pese a que me encantaba el juego, no me consideraba lo suficiente jugador como para invertir en sobres. O, al menos, gastar mi dinero -y no mi tiempo- en ellos. Artifact, la réplica de Valve al fenómeno Blizzard, viene para cambiar esa mentalidad.

El diseño de Artifact, con la firma del creador de Magic: the Gathering Richard Garfield, nos lleva a explorar el universo de Dota 2 a través de un Juego de Cartas Coleccionables que añade elementos del exitoso Moba a la ecuación. Pero su verdadera revolución no la encontramos en un tablero dividido en tres sendas, sino en la integración del ecosistema de Steam.

De este modo, Valve no solo se desmarca en lo jugable de otras propuestas de cartas digitales, sino que asienta su aspecto competitivo, las posibilidades de su mercado digital y su infraestructura social en lo aprendido junto a su propia comunidad de jugadores. Aunque claro, Artifact también es una apuesta férrea por la estrategia, la fantasía y, en mucha menor medida, el coleccionismo.

Sí, verás hechizos, trampas y cómo colisionan las criaturas que pongas en cada una de las sendas. Pero la sensación general es que sin ser un simple sucedáneo del juego de Wizards of the Coast en lo jugable, recupera aquella experiencia de compraventa e intercambio de cartas que se perdió con el auge de los juegos de JCC digitales. Y eso es un gran paso al frente.

La verdadera revolución de Artifact no la encontramos en su tablero de tres sendas, sino en la integración del ecosistema de Steam.

Artifact le da una especial importancia a que sepamos construir una baraja que fomente nuestro estilo y con la que tengamos el control absoluto de nuestro lado del tablero.

Es más, la premisa constante es reducir al mínimo posible el factor suerte en todos los aspectos: desde lo que ocurre en cada ronda y fase de juego hasta las probabilidades de tener esa carta que encajaría tan bien con las que ya tenemos.

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Pero claro, eso supone dar un paso de valiente: ser lanzado a un precio de 17,95 euros (o el equivalente a 20 dólares) frente a otros free-to-plays, cimentar un mercado de cartas que pase por la propia tienda de Steam y romper con la idea de que mientras más juegas, más y mejores cartas tendrás.

Cómo arrancar un Juego de Cartas Coleccionables en 2018

El renovado Magic The Gathering Arena, GWENT, la nueva propuesta de cartas basada en el Señor de los Anillos. Que Hearthstone haya celebrado recientemente la marca de los 100 millones de jugadores es síntoma inequívoco que de hay cuota de mercado. Incluso Dragon Quest cuenta con su propio juego de cartas digitales. ¿Qué puede aportar Valve?

Casualidad o no, Artifact no tuvo la acogida deseada, sino todo lo contrario. No es nada común que Valve presente un nuevo juego y el anuncio de una gran novedad en torno a Dota 2 congregó a su fiel comunidad de jugadores para descubrir que se trataba de otro juego de cartas digitales.

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Lo que propone Artifact da continuidad a la filosofía competitiva de Dota 2 y saca partido de la infraestructura de Steam para darle una identidad novedosa a la propuesta y, a la vez, un refuerzo a su matiz competitivo. Pero ¿es posible combinar Dota 2 con Magic The Gathering?

Como en Dota 2, se trata de eliminar la base del enemigo, aunque aquí hay una serie de matices: como comentamos, el tablero se divide en tres sendas y cada senda cuenta con dos torres: una de ellas, la nuestra, que deberemos proteger a toda cosa y la otra -de nuestro rival- que deberemos atacar por todos los medios.

Pese a que no tuvo la acogida deseada, Artifact da continuidad a la filosofía competitiva de Dota 2

Para ganar la partida un jugador deberá romper dos de las tres torres del rival o eliminar el núcleo expuesto de una ya destruida (el cual dispone de muchos más puntos de resistencia). Con eso por delante, tenemos a los héroes, las criaturas, los hechizos y -cómo no- los artefactos. Y salvo éstos últimos, todos tienen un coste de maná.

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Al tener una partida dividida en tres sendas se nos permiten otras libertades no tan comunes entre los juegos de este estilo, de modo que podremos tener todas las cartas que queramos en la mano y no existe un límite de unidades en el tablero. El maná disponible es lo único que impide que saquemos toda la artillería en la primera ronda. Aunque, como en Dota 2, serán los héroes los que marquen las pautas.

Los héroes - o más bien, su color- determinan qué clase de cartas podemos usar en cada senda. Al igual que en los Mobas, éstos se pueden mejorar, recibir equipaciones, armas y artefactos y si son eliminados no solo resucitarán pasado cierto tiempo, como en Dota 2, sino que mantendrán las mejoras asociadas.

Así, la intensidad va ganando matices con cada ronda y haya lo que haya en cada senda, la conclusión del turno se resuelve igual: con una colisión frontal entre cartas en la que incluso podremos ganar monedas.

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Dependiendo de lo que derribemos y cómo lo hagamos ganaremos más o menos monedas de juego con las que, una vez jugadas las tres sendas, podremos adquirir objetos y potenciadores. Así, igual nos interesa dejar desprotegido un turno determinada torre y conseguir a cambio monedas con las que acceder a los artefactos más poderosos. Unos que, por cierto, no ocupan mana. Otro aspecto heredado y adaptado de Dota 2, por cierto.

Artifact quiere ser un Hearthstone para los jugadores de Dota 2

Con lo anterior planteado, la experiencia de juego de Artifact evoluciona muy favorablemente con cada nueva partida.

Al principio uno tiene la sensación de estar jugando tres partidas a la vez, mientras que, poco a poco va entendiendo que cada juego se basa en sostener unas prioridades: si en otras propuestas similares todo se reduce a dejar al rival sin puntos de vida, aquí tienes que saber detectar tus fortalezas y necesidades y tener presente que los sacrificios son parte del juego. Una parte muy importante

Desafortunadamente, durante mis partidas y a lo largo de cinco días de juego, he aprendido y experimentado más enfrentandome contra la máquina que contra otros jugadores. ¿El motivo? Todos estábamos más o menos en las mismas.

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El hecho de contar con cartas nuevas, mazos nuevos y reglas con matices propios deriva en que, pese a que la duración de las partidas esté dentro de lo razonable, el ritmo escalonado entre cada acción y fases te saque de lo que está pasando en pantalla. Algo por lo que todo el que se está iniciado en un juego de cartas ha pasado.

Igual tú tienes claro lo que quieres hacer, pero tu rival intenta revertirlo y hasta que lo consigue -o no- te da tiempo a revisar tus mensajes del móvil. Otras veces, serás tú el que no tengas claro en cuál de las tres sendas soltar un conjuro. Nada que no se cure con experiencia. Pero, desde luego, Artifact no es la propuesta más intuitiva.

Artifact no hará que los jugadores de Hearthstone dejen de frecuentar la taberna de Blizzard, pero gustará a los jugadores de Dota 2

Pero cuando el ritmo es bueno, la experiencia es muy diferente: Artifact es una apuesta mucho más profunda y estratégica que el grueso de los Juegos de Cartas Coleccionables, con elementos propios que, si bien, no harán que los jugadores de Hearthstone dejen de frecuentar la taberna de Blizzard, calará mucho y bien con la comunidad de jugadores de Dota 2, quienes se sentirán como en casa, y con aquellos que busquen una experiencia más avanzada.

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Pero, como dijimos al principio, lo verdaderamente revolucionario de la propuesta de cartas de Valve no es lo que se cuece entre las tres sendas del tablero, sino su matiz competitivo y el modo en el que crearemos barajas a través del mercado de cartas.

Aquí se viene a jugar, no a coleccionar

Si tu objetivo es hacerte con las mejores cartas, Artifact te lo pondrá fácil. Si lo que quieres tener es la colección completa de ilustraciones también. Pero olvídate de hacerlo a base de jugar.

El paquete inicial de Artifact incluye dos barajas prediseñadas, diez paquetes de cartas de la colección Llamamiento de las armas y cinco tickets para el modo experto, el único modo desde el que podrás conseguir contenidos con tus victorias.

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Dicho de otro modo, si quieres alguna carta en concreto la tendrás muy a mano. Pero salvo que consigas una buena racha de victorias en el modo experto, para estrenar cartas es necesario usar dinero real. Un paquete son 1,75 euros e incluye 12 cartas y al menos una de ellas Rara.

En este aspecto, el mercado de Steam nos permite comprar prácticamente cualquier carta de manera sencilla e intuitiva. Nos vamos a la pestaña de colección, arrastramos lo que queremos adquirir, seleccionamos la cantidad, vemos el precio en la parte inferior y pagamos con dinero real.

Pero también podemos hacer el mismo proceso a la inversa y vender lo que no usamos desde el juego o la app de Steam.

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Podemos especular con nuestras cartas desde el mismo Inventario de artículos de Steam. Valve nos lo pone fácil.

Además, y al igual que en Hearthstone, existe a posibilidad de destrozar las cartas que no queremos para obtenet tiquets para el modo experto.

Existen tres variantes de este modo y el objetivo es acumular cinco victorias antes de ser derrotado dos veces. ¿Las recompensas? Sobres y más tickets a partir de la tercera victoria.

Si quieres las mejores cartas del juego solo tienes que meterlas en tu carrito y pagar.

¿Cómo se consiguen los tiquets? además de deshaciéndote de las cartas que no usas se pueden comprar. Aunque, como dijimos más arriba, partes con cinco.

Recogiendo papeles: para obtener cartas en Artifact puedes reciclar tu paquete inicial de cartas o convertir aquellas que no uses en dinero, en tickets para el modo experto. También puedes comprar sobres directamente, y si quieres una carta en concreto basta con ir a la pestaña y comprarla.

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Pero el mercado no es lo único que Valve ha sabido integrar en la experiencia, ni mucho menos. Artifact ofrece la posibilidad de jugar a nivel totalmente casual y disputar y organizar encuentros competitivos.

De hecho, uno de los máximos reclamos de Artifact es la amplitud de opciones a la hora de crear un torneo: basta con elegir el formato de eliminación -o no- y las restricciones de la baraja. A partir de ahí solo hay que lanzar los desafíos usando reglas definidas por nosotros.

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¿El objetivo final? Disfrutar de mazos temáticos offline y online y seguir buscando la baraja más efectiva y que encaje con nuestro estilo. Eso si, sin la gratificación a corto plazo de los free-to-play.

En lo personal me he encontrado con el contraste de enfrentarme a jugadores con cartas tremendamente efectivas y otros que no tenían claro qué usar cuando. Supongo que todos hemos pasado por ahí.

Un sistema de monetización difícil de defender, pero no imposible

Hace más de veinte años decidí comprar una baraja de cartas Magic en una ya extinta Canadian de Málaga. Una primera edición que no recuerdo si fue en inglés o en español. Confieso que se me perdió antes de que se llegaran a poner de moda, y eso hizo que tardase en volver a comprar mazos y sobres. Mi hermano, el cual quería aprender a jugar, tuvo mucho que ver.

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En aquella época comprábamos sobres y barajas, pero también había carpetas tras los mostradores donde uno podía adquirir las cartas más raras o las convenientes. Aquello ya no era coleccionismo, y si querías ventajas concretas y reducir el factor o la presencia de la suerte en el juego tenías la posibilidad, no la obligación. Artifact me ha devuelto a aquella época.

Instalé el juego en el portátil con la intención de mostrárselo a hermano. Poco antes de escribir estas líneas veo cómo se asomaba a la pantalla para intentar entender las nuevas reglas. Los juegos de cartas son una de nuestras múltiples debilidades. Intento explicarle que si quiere comprar una carta lo puede hacer directamente, y por qué eso tiene sentido.

Me voy a la tienda, busco dos de las cartas más caras y las añado a la columna de comprar. De hecho, incluyo dos de cada. En la cesta pone que las cuatro me costarán 24,74 euros. Más de lo que me costó el propio juego y ni siquiera tengo claro que me vayan a beneficiar: solo me fijé en su precio.

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Artifact es un juego muy bien construido. Una experiencia sólida y competitiva y -cómo dijimos más arriba- un desmarque de la propia fórmula que popularizó el propio Richard Garfield. Pero se trata de un juego de cartas coleccionables en el que la especulación por las cartas y la estrategia de juego le plantan cara a la suerte.

No es el Poker, aunque si no sabes jugar bien tus cartas dará igual que hayas gastado más de 100 euros en el juego.

Si quieres sobres y cartas gratis, Artifact no es tu juego. Si quieres invertir horas a cambio de gratificaciones pequeñas en forma de cartas especiales, menos. Pero tampoco metes dinero a fondo perdido, ya que puedes recuperar algo de lo invertido a través del propio mercado de Steam. Y ahí es donde cobra todo sentido.

Artifact está muy bien construido. Pero si quieres sobres y cartas gratis a base de echar horas, no es tu juego.

La única espinita pendiente que me queda por probar es si el juego es compatible con la app de Steam Link. Pese a que es compatible con Mac, dada la política de Apple con iOS me temo que no he podido continuar mis partidas y progresos en la tablet y el móvil. Y confieso que es ahí donde Hearthstone sigue reclamando algunos de mis ratos muertos fuera de casa.

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¿Es recomendable la propuesta de Juegos de Cartas Coleccionables de Valve? Bueno, la experiencia está arrancando y hay serios planes y una estupenda infraestructura para impulsar su juego. Valve y Garfield han hecho bien su parte.

Pero -de momento- no tengo la intención de invertir más dinero en Artifact. Y pienso seguir experimentando con mis cartas y observando la evolución del resto de jugadores, de las cartas venideras y de los eventos, con la esperanza de que, además de poder mantener mi racha de victorias, seguiré disfrutando y amortizando lo que ya tengo.

A favor

  • El enorme refuerzo del aspecto competitivo
  • Rompe muchos esquemas de los juegos tradicionales
  • El mercado de cartas, la verdadera innovación de Artifact

En contra

  • Las partidas y los turnos son muy largos, al menos de momento
  • Recompensar los progresos con sobres es la excepción. Si quieres cartas nuevas tendrás que apoquinar
  • Si vienes de jugar únicamente a Heartstone, vas a necesitar varias partidas para cogerle el punto
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