Análisis de Do Not Feed the Monkeys: una pequeña joya pulida a base de humor negro

Análisis de Do Not Feed the Monkeys: una pequeña joya pulida a base de humor negro

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Análisis de Do Not Feed the Monkeys: una pequeña joya pulida a base de humor negro

No contaba yo con la idea de tener que hacer de detective estas últimas semanas, pero entre el magnífico Return of the Obra Dinn y el no menos recomendable Do Not Feed the Monkeys, esa ha sido principalmente mi labor. Los juegos de investigación están en auge y, si el nivel a mantener es el de estas dos últimas obras, la moda puede quedarse todo el tiempo que quiera.

De la mano de los españoles Fictiorama Studios, nos llega una obra centrada en lo voyeur en la que múltiples finales e historias nos invitan a rejugar uno de esos juegos en los que la primera partida es sólo una toma de contacto. Un juego tan bien hilado como ejecutado que merece toda vuestra atención.

La primera regla del club de los primates

Es un día cualquiera para uno de esos humanos pegado a una silla y un ordenador durante días enteros. En el correo, un aviso. Acabamos de entrar en el Club de Observación de Primates, una organización que nos invita a estudiar el comportamiento de distintos sujetos y escenarios a través de cámaras ocultas.

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Nuestro objetivo, ir consiguiendo nuevas cámaras para que, cuando llegue la próxima evaluación del Club, tengamos las suficientes para saltar al siguiente nivel. Así, lo que empieza con un puñado de escenas acaba derivando en decenas, casi todas ellas plagadas de historias esperando a ser descubiertas.

Del tiempo que pasemos monitorizándolas dependerá lo que aprendamos de los sujetos de estudio, que están viviendo sus vidas ajenos a nuestra intromisión. Apuntando notas en una libreta, buscando palabras clave por internet o intentando deducir qué o quién se esconde tras los primates, conseguiremos saber más sobre ellos e interferir (o no) en su destino. De hecho esa es la primera regla del Club, no interactuar con los sujetos o, como dicen ellos, no dar de comer a los primates.

Estar constantemente atento es la clave para conocerlo todo sobre lo que ocurre tras las cámaras (que para ayudarte emiten un sonido cuando algo va a ocurrir), pero claro, también hay que alimentarse bien para no morir de inanición, dormir para no desmayarte por el cansancio y, por descontado, ganar dinero para poder pagar a la casera o comprar nuevas cámaras.

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Simulador de supervivencia voyeur

En esa estrategia a la hora de gestionar tu tiempo está precisamente la clave de Do Not Feed the Monkeys. Y es que si su gran baza son las historias que se cuentan, de un humor ácido y descacharrante que toca desde Hitler hasta la explotación laboral, es en cómo planteas tu vida para conocerlas todas donde el juego se vuelve adictivo.

Teniendo que estar constantemente pendientes de nuestra salud, hambre, sueño y dinero, el juego nos ofrece distintas herramientas para llegar a salvo hasta nuestra última evaluación. Ir a trabajar consume tiempo. Caminar hasta el supermercado para comprar comida sana también. Pero nadie puede vivir de pedir comida a domicilio constantemente y, por mucho que te niegues a abrir la puerta, la casera buscará cobrar el alquiler por todos los medios.

Buscando un equilibrio entre todas ellas y manejando los tiempos que vamos a emplear en cada acción, podemos organizar nuestra vida para estar frente a la pantalla a esa hora en la que uno de los sujetos promete nutrirnos de más información. Lo que sea por poder añadir una nueva palabra a nuestra libreta y que, tras buscarla en el ordenador, acabemos dando con un teléfono de contacto que nos permita conocer más sobre la cámara que tenemos delante.

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Eso puede suponer que, de la mano de preguntas específicas del Club, sepamos responder correctamente a los que nos piden para ganar unos ingresos extra y poder permanecer más tiempo frente a la pantalla. Sólo tenemos que andar con pies de plomo para que eso no derive en una falta que nos lleve a la expulsión del gremio.

Sólo quiero ver el mundo arder

Lógicamente la primera opción a la hora de jugar es conseguir convertirnos en un distinguido miembro del Club, lo que sin duda deriva en una de las opciones más básicas y planas. Al fin y al cabo lo único que debes hacer para completar ese reto es ir comprando cámaras y manteniendo tu vida y tu dinero en buenas constantes.

La otra, que deriva en no pocas situaciones, es la de pasarte por el forro la regla del club y ver hasta dónde puedes llegar en cada una de las historias que nos plantean. ¿Conseguirás evitar que un paparazzi deje de vender fotos robadas de una actriz? ¿Que un contable deje los números para convertirse en drag queen? ¿Que un pobre desgraciado consiga salir vivo del ascensor en el que se ha quedado atrapado?

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No todas las jaulas contienen historias tan interesantes, hay también algo de morralla entre ellas o incluso algunas que no derivan en ningún tipo de interacción (necesario también si queremos mantener la cordura entre tantas opciones), pero las que sí permiten profundizar algo más a base de investigar, interferir mediante conversaciones o incluso enviar regalos a los primates, sin duda ofrecen otro gran aliciente más allá de simplemente dejar que las cosas sigan su curso.

Luego está el gran final, el que requiere de toda tu atención y capacidad de deducción para llegar hasta la última evaluación habiendo completado todas las preguntas que se te piden, sin duda un reto que sobre el papel puede parecer más simple de lo que realmente es.

La opinión de VidaExtra

Por el número de variables con las que cuenta el juego, la profundidad de todas ellas y la aleatoriedad de su aparición a través de distintas partidas, Do Not Feed the Monkeys es uno de esos títulos capaces de engancharte durante tardes enteras en busca de un nuevo intento que te permita vivir otra situación nueva.

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Interesante ya sea delante o detrás de las cámaras, tanto las historias de los primates como las tuyas aguardan más de 10 finales y no pocas conversaciones con quienes llaman a tu puerta, sumando ahí el reto adicional de encontrar distintos objetos que te irán llegando poco a poco si cumples los requisitos.

Escueto en sus mecánicas, pero con ideas que son capaces de mantenerse frescas a través de varias partidas, Do Not Feed the Monkeys es una de esas raras avis de las que es imposible no acabar completamente enamorado. Un juego tan original como divertido que sabe entrar en ese oscuro pozo llamado humor sin salir escaldado. Una propuesta única que es imposible no querer aplaudir y recomendar.

A favor

  • Plagado de historias muy divertidas
  • Mecánicas que enganchan desde el primer minuto
  • Muy rejugable

En contra

  • Cumplir algunos objetivos puede ser cosa de ensayo y error
  • A algunos puede acabar pareciéndoles repetitivo
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